Se avecinan un par de terremotos mediáticos para Buckingham Palace y ambos tienen el mismo epicentro en una casa en Montecito, en California. La que habitan el príncipe Harry y Meghan Markle, cuyas fórmulas para restarle protagonismo al resto de la familia real británica ya no asombran tanto como en los primeros compases desde que llevasen a cabo el Sussexit.
Por supuesto, ronda la cabeza del rey Carlos III de Inglaterra y del resto de la monarquía lo que haya podido decir Harry en sus memorias, las cuales salen a la venta dentro de aproximadamente un mes, sobre todo porque no parece que a estas alturas haya echado el freno de mano a la hora de detallar cómo es la vida palaciega.
Por otro lado, el miedo a lo que hayan podido contar en el nuevo documental que Netflix prepara sobre ellos y que podrá verse en todos los rincones del planeta. A la familia real no le cabe duda de habrán aprovechado para lanzar algún dardo como ya hiciesen en la entrevista concedida a Oprah Winfrey.
De hecho, fuentes de palacio consultadas por el diario The Sun aseguran que el príncipe, al hablar con un amigo antes de aquella entrevista, le dijo que buscaba que fuera "bastante impactante" para su familia. "Esos británicos deben aprender la lección", agrega la fuente que dijo el príncipe.
Sin embargo, todo parece indicar que el agotamiento por cada movimiento de Harry y Meghan ya solo les produce sopor y que sus estrategias les agotan, como la oportuna salida del tráiler del documental que han hecho con Netflix justo cuando el heredero Guillermo y Kate Middleton estaban en Estados Unidos.
"Por norma general, si un miembro de la familia real tiene un viaje importante al extranjero, nadie más en la monarquía intentará interrumpir o interferir en el mensaje que se quiere lanzar con dicho viaje", han explicado desde palacio, que agregan que los príncipes de Gales estaban "sorprendidos, pero no tanto".
Desde Reino Unidos, continúan, el rey Carlos y la reina Camila están "cansados" de esa continuo punto discrepante del hijo pequeño del monarca, pero que ya no les preocupa. Según agregan las fuentes, desde la familia real se hicieron gestos "magnánimos y muy deliberados" durante el funeral de Isabel II para que ni él ni Meghan se sintieran desplazados y sienten que no ha servido de nada. "Les resulta agotador", ha zanjado la fuente.
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